martes, 2 de abril de 2013

Max Weber: la llegada de Picasso a Nueva York


Max Weber, Two Figures, 1910
La introducción en Estados Unidos de la vanguardia europea, y en concreto, de la obra de Picasso, se la debemos en buena medida a Max Weber. Este ruso de nacimiento se trasladó con sólo diez años a Norteamérica, donde inició una formación artística que se vería completada en su viaje a París, a donde marchó en 1905. Fue en la capital francesa donde pudo conocer  el nuevo arte que se extendía por Europa: estudió junto a Matisse, conoció la obra de Cézanne y Picasso, y entabló amistad con una de las familias de coleccionistas más influyentes, los Stein.
De vuelta a Nueva York, Max Weber trajo consigo el conjunto de pinturas que había realizado durante sus años parisinos, así como una pequeña colección de arte contemporáneo que incluía una obra de Matisse, copias en blanco y negro de algunas pinturas de Cézanne, y junto a ello, un pequeño bodegón de Picasso. Es gracias a los detalles que de la compra de esta naturaleza muerta recogen algunos documentos conservados, como podemos afirmar que Weber conoció el estudio de Picasso en Bateau Lavoir mientras estuvo en París.

El interés que Picasso despertó en Weber desde el primer momento, no sólo lo podemos comprobar en la adquisición de sus obras, como la que hemos mencionado, sino también en la pintura que el propio Weber realizaría tanto en sus años en París como en los posteriores. En efecto, mientras los neoyorquinos eran casi desconocedores de ese nuevo arte europeo, Picasso, así como Matisse, Cézanne o Braque, despertaron pronto la admiración de Weber, convirtiéndose en importantes referentes para su pintura.



                                       Three Nudes in a Forest, 1910                       The Bathers
Summer, 1909

Obras como Summer (1909), Three Nudes in a Forest  (1910) o The Bathers recuerdan sin duda la pintura de Cézanne y de Picasso tanto en la representación del desnudo femenino (alusión clara a los cuadros de bañistas) como en el primitivismo de las figuras, así como en el contorno negro de las mismas y el uso del color, siendo todo ello también fruto de los contactos que Weber mantuvo con el Fauvismo. 
                                                                                                                 
Composition with Three Figures, 1908
Bather, 1913.
En pinturas como Composition with Three Figures (1908) Weber introduce figuras de formas más geométricas, siguiendo la línea picassiana tanto en la manera de definir el cuerpo como el rostro, continuando al mismo tiempo con ese carácter primitivo tan de moda entre los vanguardistas.

Ya en la década de los años diez, encontramos en la producción de Weber la influencia directa del cubismo analítico que Picasso y Braque lideraron. De esta forma, en Bather (1913) Weber recurre de  nuevo al  cuerpo femenino, pero ahora es interpretado a  través del facetado y la geometría de las formas, de los tonos verdosos y ocres más bien apagados, concediendo a la composición esa visión múltiple a la que el cubismo aspiraba.

Por otra parte, Weber tampoco pareció mantenerse al margen del posterior cubismo sintético. En Avoirdupois (1915), que representa tal sistema de peso (tal es el significado de “avoirdupois”), introduce algo fundamental que caracterizó al cubismo sintético: la palabra o letras, en este caso “avoirdupois”, que alude a lo representado.
 
Avoirdupois, 1915
 Las obras que aquí hemos mencionado son sólo un pequeño ejemplo de la influencia que no sólo Picasso, sino también muchos otros artistas que lideraron la vanguardia europea, ejercieron sobre su producción. Convertido en uno de los artistas americanos más influyentes del siglo XX, la importancia de Max Weber en el panorama artístico radica en que, gracias a sus propias pinturas y a las que adquirió de Matisse, Picasso o Cézanne, pudo dar a conocer este nuevo arte que se extendía por Europa y que para los neoyorquinos se presentaba todavía poco conocido.

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