sábado, 13 de abril de 2013

Las femmes fatales de Picasso y De Kooning

P. Picasso, Las señoritas de Avignon, 1907, Moma
W. De Kooning, Two women, 1951, Collección Steve Martin*
  
En los años 1983-1984, con motivo de unas exposiciones en Nueva York sobre De Kooning y Picasso, se le pidió a Robert Rosenblum escribir sobre los dos artistas. Y el crítico de arte americano, en un breve ensayo titulado Las mujeres fatales de Picasso y De Kooning* escribió sobre la idea de la figura femenina.

De Kooning era 23 años más joven que Picasso. De origen holandés, se estableció en Nueva York a sus 22 años y tuvo la oportunidad de conocer a la obra de Picasso, como hicieron todos los artistas que vivían en la metrópolis americana durante los años 1930-1940, en el Museum of Modern Art del West Fifty-third Street en la Gallatin Colection del New York University del Washington Square o en la retrospectiva de 1939 organizada por Alfred Barr. Si Pollock, Newman o Still intentaron destruir a Picasso alejándose de lo figurativo, De Kooning fue el único que se aferró en la figura humana femenina. En los años 1950-1953 pintaría una serie de mujeres que el mismo describió como: ...female painted through all the ages, all those idols…


Es cierto que Picasso no fue el inventor de la idea de la femme fatale. El siglo XIX conoció muchas Salomés, Lilit, Evas y vampiresas. Sin embargo, Picasso renovó sus tipos, su forma y expresión sobre el lienzo dedicándose a ellas durante más de 8 décadas. Las encontramos como prostitutas en Las Señoritas de Aviñon, como monstruos orgánicos en las pinturas tardías de los años 1920-1930 o como grotescos, torpes animales unidos a las fuerzas de la naturaleza. En ellas se  reencarna el espíritu de las Venus de todas las épocas desde las diosas de fertilidad mesopotámicas con grandes ojos de insecto y amenazante frontalidad hasta las Venus acostadas sensuales de Tiziano o las audaces y curvilíneas diosas de Rubens y Rembrandt. Y De Kooning recogerá y extenderá esta narrativa, creará su propia visión y mitología de la mujer.
 
Tetas, vaginas con dientes, miradas, bocas abiertas, lenguas puntiagúdas...

mujeres a punto de explotar por su cargada sexualidad...
W. De Kooning, Sag Harbor, 1964, Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Smithsonian Institution, Washington



P. Picasso, La pisseuse, 1965, Centre Pompidou, France
http://www.pablo-ruiz-picasso.net/work-414.php



P.Picasso, Woman on armchair, 1913, Met



W.De Kooning, Woman, 1953, Hirshborn Museum and Sculpture Garden, Washington
http://pralinerie.blogspot.com.es/2010/06/lidiot-du-village.html
En ambos existe una agresividad cargada de sexualidad pero la pintura de De Kooning de alguna manera parece más violenta. Es un efecto que crea su pincelada cargada de empaste, rápida e irreverente hacia los contornos. Se aprecian contornos angulosos, líneas que intentan contener, definir la forma y pinceladas llenas de color que lo suprimen, lo borran, lo redefinen. La figura de su mujer resulta agresiva porque en su propia estructura subyace una enorme tensión entre la pincelada libre que esparce el color en el lienzo de manera insolente (con un ímpetu velazqueño escribiría Rosenblum) y el dibujo que lucha por dar a luz a la forma. Picasso por lo contrario siempre será un fiel amante del trazo, del dibujo. En sus lienzos nunca lo sacrificará a favor del color.
 


...un sombrero, el pintalabios, una bicicleta o un tacón...
elementos tomados de la apariencia de la mujer contemporánea como anclas narrativas en medio de un cúmulo de formas y colores anicónicos...

P.Picasso, La pesca nocturna en Antibes, 1939, Moma




W. De Kooning, Woman and bicycle, 1952-3, Whitney Museum, NY



...el enlace con la pintura del pasado...

De Kooning reconoció en Picasso el eco de la pintura europea del pasado. En particular, el eco de uno de los pintores franceses del siglo XIX que más exaltaron la forma femenina: Ingres. Los dos pintores se habían dado cuenta que Ingres forzó los contornos y las líneas para crear sus propias metáforas visuales: el brazo y la espalda de su Gran Odalisca se alargan y se curvan con la misma gracia que el pliegue de la lujosa tela de la cortina). Así Picasso y De Kooning propondrán nuevas líneas, nuevos contornos, nuevos colores para presentar la mujer al mundo.  


J.A.D. Ingres, Madame Moitessier, 1856, The National Gallery Londres
http://www.nationalgallery.org.uk/paintings/jean-auguste-dominique-ingres-madame-moitessier

P. Picasso, Woman with a book, Moma, NY




W. De Kooning, Pink Lady, 1944, Colección privada

A veces, los años ´60 han sido considerados por la historiografía como años decadentes tanto para De Kooning como para Picasso, años en los que su estilo se degenera, se reduce en una repetición aburrida. Los años 1960 eran los años del triunfo del Pop, el periodo del ascenso de una joven generación de artistas que pusieron en valor lo impersonal, lo decorativo, lo formal depurado del sentimiento y de la literatura. Para ellos a veces las confesiones, fantasías y mitologías de Picasso y De Kooning parecían demasiado sucias e irelevantes. Habría que entrar en la década de los 1980 para que se hiciese evidente que la faceta romántica, narrativa de la pintura, esta necesidad del hombre de contar historias sobre el lienzo, siempre será relevante.


En las propias palabras de Rosenblum a propósito del Picasso y De Kooning:

“…tha master can still startle us not only with new paintings that open fresh vistas but with memories that echo down the most venerable corridors of art history…



*Las ideas aquí presentadas son una libre interpretación del ensayo de Robert Rosenblum “The fatal women of Picasso and De Kooning” publicado en Artnews 84, no.8 el octubre de 1985 en las pp.98-103.
*La fotografía  de la obra de De Kooning Two Women, 1951 procede del libro Hess, Barbara, De Kooning, Köln, Taschen, 2004, p. 43.
 


 

1 comentario:

  1. Autor de una obra pictórica extraordinaria, su nombre es sinónimo de arte y de cultura

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